Fotografías y texto por: Valentinne Rudolphy

En Santo Domingo hay un tesoro que tomó años forjar, pero hoy se establece como uno de los destinos turísticos más interesantes del litoral central. Se trata del Parque Tricao, ubicado cerca del sector de Brisas de Santo Domingo y que se extiende por 100 hectáreas en nuestra Región.

Queda a una hora y media de Valparaíso y Santiago, donde el acceso es más fácil en automóvil. Para poder comenzar la experiencia debes ingresar a su web donde se compran las entradas, reservando previamente a través de su calendario. Esto es importante en especial en fechas de alta demanda.

Su dueño es el empresario Eduardo Fernández León, quien visionó poder darle una utilidad especial a este terreno, aledaño a lo que era su casa de infancia.

Desde el ingreso, el panorama es inusual: pareciera que uno está en un lugar completamente distinto. Me recomendaron comenzar por el aviario, una de las atracciones principales del Parque. Este es el más grande de Sudamérica y uno de los más grandes del mundo. Alberga a cerca de 700 aves exóticas rescatadas del cautiverio de países con climas similares al nuestro.

Acá se reproducen sus condiciones de vida en un espacio amplio donde pueden moverse libremente. De hecho: uno es el extraño en el aviario, caminando entre sus árboles y aleteos, especies que nunca antes has visto pasan por sobre tu cabeza volando y llenando de sonidos el lugar, que está perfectamente cuidado. Las aves reciben su comida mientras los visitantes son meros espectadores de su espectáculo cotidiano: ellas van por sus frutas y alpiste, se mojan, bailan y cantan.

El aviario es un recorrido unidireccional de cerca de una hora. Luego de ese hermoso recorrido, emprendí viaje a otro sector del Parque: la Plaza de la Virgen. Acá hay muchos espacios para que uno descanse y pueda disfrutar de un picnic, por ejemplo. También hay juegos y otras entretenciones para todas las edades. Más allá de la plaza se llega al punto donde hay dos opciones: tomar la barcaza o hacer el trekking.

El circuito completo de trekking debe ser de dos horas, y la barcaza toma unos 20 minutos máximo. Con el grupo que fuimos optamos por caminar hasta el punto del Humedal Giverny que es parte de las instalaciones y puedes sumarlo en tu entrada (hay diversas opciones de precio según lo que quieras visitar). El sendero es de fácil acceso, con una leve dificultad, y rodea un embalse artificial pensado por el arquitecto y paisajista Stuart Moore. Hay muchos árboles y arbustos en el camino, que cuenta con espacios de descanso para sentarse y miradores, así como también con un restaurante en uno de los bordes de la laguna.

Es muy agradable y tranquilo todo el recorrido hasta llegar al humedal, que nos demuestra todo otro ecosistema y flora y fauna. Dentro de Giverny también hay una especie de ambientación japonesa que hace parecer que te transportas a otro lugar. Dar la vuelta al humedal toma aproximadamente 40 minutos y funciona hasta las 18:00hrs.

Para que te imagines: el día está nublado, pero no muy frío. Solo oyes aves y algunas mariposas que revolotean por ahí. El agua acompaña tu visión durante todo el camino, así como el verde que avanza sin detenerse y se extiende hasta el final, con mil variables del color frente a tus hojas, en especies de vegetación tan diversas como te puedas imaginar.

Después de salir, emprendimos el regreso en la barcaza que sale cada una hora y tiene una capacidad para unas 40 personas. Va a un ritmo tranquilo, que permite apreciar todo el paisaje que rodea al embalse, lleno de vegetación.

Finalmente volvimos a tomar el auto rumbo al último destino: el Jardín Botánico, que también puedes incluir en tu entrada. Se trata de un jardín con especies endémicas y también otras en conservación que vienen de otras partes del mundo. Es un amplio espacio con hermosos miradores que permiten apreciar otra perspectiva del sendero. Al mismo tiempo, hay un invernadero con todo tipo de plantas enormes y pequeñas. Realmente es algo hermoso para los amantes de la naturaleza.

El aviario y algunos puntos del sendero, así como la barcaza, cuentan con accesibilidad para personas con movilidad reducida. También cabe mencionar que hay puntos de venta de alimentos en diferentes entradas al sendero y humedal, por lo que si no llevas comida – lo que es recomendable ya que todo toma algunas horas – puedes comprar alimentos ahí mismo, lo que sí: lleva tus propias bolsas de basura.

Sumado a todo esto que intento transmitirles, la gente que trabaja en el Parque es muy amable y tienen una gran disposición para dar indicaciones y ayudarte, por lo que todo se hace muy fácil. Hay puntos del recorrido donde se pierde la señal, por lo que puedes descargar previamente su mapa. Y ojo que lo que vemos es solo una parte de las tremendas instalaciones de la Fundación Tricao a través de la que se gestiona y coordina todo su quehacer.

Es sin duda un destino que tienes que visitar. Tranquilo, entretenido, apto para todas las edades y un tesoro que está en nuestra propia región, en el Litoral de los Poetas.

Si quieres conocer más ingresa a www.tricao.cl