Desde Los Andes, Miguel Canaves y su equipo conforman Cerveza Quicalcura, un proyecto con impronta local que rinde homenaje a la geografía de este rincón del Valle. ¿Qué hay detrás de este proyecto que lo hace tan especial? Te invitamos a leer:
Miguel, cuéntame, ¿cómo comenzó Quicalcura?
-Partimos como sociedad, pero con mi socio no teníamos la misma visión del proyecto de hacer una cervecería, nos costó creer en él, así que en un momento nos separamos. Luego yo empecé solo Quicalcura el 2 de octubre de 2019. Ha sido un mundo nuevo para mí, de mucho crecimiento lento y paulatino, pero con momentos que hemos podido aprovechar. Empezamos haciendo cerveza sólo para nosotros mismos, y luego dimos con la receta para abrirnos al público.
Pero, ¿tú venías ligado a este mundo de la cerveza o de otro rubro?
-Soy mecánico industrial de profesión, no tengo nada que ver con la cerveza más que el gusto. Todo nació como la típica idea de asado, hablando de que ya no queríamos trabajar para otros sino que independizarnos. Primero la idea era poner un bar. De ahí vimos la opción de que vender y aprendimos a hacer cerveza a través de unos cursos. Empezamos con buenos resultados, nos creímos el cuento y así agarramos vuelo.
¿Cómo ha sido aprender de este mundo, tan distinto a lo que venías haciendo antes?
-Ha sido lento pero constante. Un año antes del lanzamiento fue que empezamos a experimentar con la cerveza, que es un proceso que se puede experimentar en casa. Fuimos probando recetas hasta que en un momento decidimos inyectarle recursos a la idea y hacer la sociedad. Eso fue menos de un año, hasta que comenzáramos a elaborar una producción más constante. Crecimos de 20 litros a 100 litros de producción, y hoy contamos con equipos de 260 litros con 12 variedades distintas de cerveza.
Si bien dejaste la sociedad con tu amigo, ¿Quicalcura tiene un equipo de trabajo?
-Sí, tengo un equipo de trabajo que está siempre conmigo. Hoy no soy nada sin ellos, tenemos una base estable de tres personas, y a veces llegamos a ser cinco o seis.
¿Cómo se distribuyen, dónde puede la gente encontrar sus variedades en la Región?
-Estamos en una cadena de restaurantes de Los Andes, Gyvens, quienes son nuestros clientes más antiguos y fieles. De a poco nos hemos ido abriendo a nuevos locales. También estamos en La Barra, uno de los locales cerveceros más grandes de San Felipe. Por ahora se hace más difícil la logística de llegar a más partes, pero de a poco lo iremos evaluando.
¿Cómo sientes que se han ido desarrollando ustedes en la escena regional?
-Llevamos algunas ferias y hemos aprendido mucho de ellas. Uno no se da cuenta cuántas personas están trabajando en cerveza a nivel local, somos muchos. Es entretenido conocer y compartir experiencias y más que si la feria sea rentable en lo económico, es la experiencia lo que ganas. Además nos da una impresión de lo que le gusta a la gente, el público de las ferias pide otras cosas, va más por estilos un poco más elaborados o fuertes, menos ligeros. Ayuda a entender el consumo de cerveza artesanal local, y a los productores para posicionarse.
¿Cómo describirías tu cerveza?
-Quicalcura es una palabra que se está reivindicando cada vez más, significa piedras paradas, es el nombre del principal cerro de Los Andes, donde está la virgen. Entonces todas nuestras variedades tienen un nombre propio de cerro. Lo que une es el concepto territorial de Los Andes. Somos puras piedras, insertadas en el centro de la cordillera. Hemos tratado de unir todo este concepto y de ser un producto local y que refleje montón que es de la zona.
Finalmente, ¿puedes contarnos de tus variedades?
-Está Pocuro, pilsen ale, una cerveza rubia y fresca, es una de las más vendidas que tenemos, muy refrescante; Walpata, que es una quebrada de Los Andes, donde todo andino de corazón ha ido a acampar más de una vez allá. Es una Scottish light, muy ligera con 3.9 grados de alcohol. Mercacha, que es otro cerro, Pale Ale, una cerveza con cuerpo, robusta, está en la línea de las cervezas que hacemos constantemente. Tiene cuerpo y carácter.
Por otra parte está Pailahuel, que es una Irish Red Ale, una cerveza roja e intensa, caramelosa, tiene un cuerpo bastante equilibrado, es más dulzona. Después tenemos dos Ipa, que es una english ipa, cerveza Aconcagua, cerveza amarga de sabor fuerte con aroma intenso; y tenemos una que se llama Espinazo del diablo. Es una haze ipa, muy similar en aroma y cuerpo y sabor pero menos amarga, más amigable al gusto.
Dos cervezas oscuras: Yeguas Heladas, que es una imperial porter donde jugamos con notas a cacao y ají rocoto. Es una cerveza muy interesante, tiene la característica de que si no te gustan las cervezas negras no te interesará. Pero tiene un sabor muy característico. Es una de nuestras favoritas. Otra de mis favoritas es Mocoén, con bastante gusto a avena, más maltosa y tiene tonos distintos. Entrega un muy buen sabor de cerveza negra, se va bien a la segura. Tenemos una de trigo que hacemos mayoritariamente en verano, es un poco más amarga, o un ácido distinto que potenciamos con frutilla.
Nuestra guinda de la torta es Placilla, una cerveza de guarda que normalmente reposamos un tiempo y tiene un proceso de maduración mayor al de las otras. Nos sorprende siempre.
Finalmente está primera lager que se llama Ríos Libres, tiene un carácter distinto, con un proceso distinto de elaboración y que tiene relación con cómo nosotros como Quicalcura queremos hacer valer nuestra protesta con este nombre, para que se entienda cuál es nuestra posición en cuanto a nuestra relación con nuestras aguas. Y es una rubia súper refrescante.
¿Qué es lo que más te gusta de este mundo?
-Hay mucha satisfacción cuando alguien te felicita por lo que haces. Yo he trabajado mi vida entera en minería, y muchas veces me han agradecido por mi labor, pero es distinto que cuando la gente prueba algo que tú hiciste. Es un gran aprendizaje y satisfacción de este oficio.