Lupe Gajardo se destaca por ser una diseñadora excepcional con una marca consolidada a nivel internacional. Desde el 2009 se dedica a crear en el área textil, con un foco en la sustentabilidad. Ha logrado establecerse actualmente en Viña del Mar, desde donde busca contribuir a la escena local y vincularse con otras entidades y organizaciones de la Región.
Conversamos con ella en torno a su creación, los procesos que conlleva y cómo ve el vestir en los chilenos y chilenas.
¿Cómo fue el proceso ahora desde que volviste a Viña del Mar? ¿Cómo fue esa decisión de apostar por volver y cambiar de Región?
-La decisión fue un poco por la pandemia. Vivía desde el 2008 en Santiago y volví el 2020. Estaba todo muy álgido por lo que me vine de manera temporal, pero me fui aclimatando de vuelta en la playa y a los seis meses decidí quedarme y a armar todo acá, pero fue una decisión muy espontánea. y estoy contenta quedándome acá.
Actualmente, ¿en qué estás?
-Acabo de tener a mi primer hijo, por lo que estoy en postnatal, de todos modos actuando en varios proyectos. la pega de taller está en pausa, pero trabajo en proyectos más de dirección creativa, lo que puedo complementar ahora con mis tiempos. y metiéndome como primeriza de vuelta en la región, conociendo actores que impulsan las economías creativas. En Santiago estaba muy movida en un cargo de Moda Chile, que me exigía mucho, haciendo de puente entre distintos actores público privados, y acá estoy conociendo gente, relacionándome, con la idea de impulsar la industria de la moda en la Región.
¿Qué has observado en cuanto al estado de la moda en esta Región?
-Creo que falta, que hay una deuda importante. Hay mucho talento, pero no se ven esos talentos, creo que falta visibilidad y difusión. A excepción de Pasarela Valparaíso, claro, creo que ellos hacen un aporte. Observo que falta calidad en general, en cómo nos exponemos o divulgamos y ahí siento que faltan espacios físicos y virtuales de calidad para mostrarse, esa es la deuda. Pero en ningún caso hay una falencia en términos de posibilidades y de creación, creo que eso está.
Con respecto a cómo ves a la gente, en cuánto a cómo nos relacionamos los chilenos con la moda, ¿qué piensas?
-No hay mucha diferencia entre regiones y santiago, aunque ahí hay vanguardia – la poca que hay en Chile, al menos eso siento yo. Sí creo que en Valparaíso hay una vanguardia un poco más underground, pero tampoco llega a ser representativo. Creo que es un fenómeno sociológico de cómo somos los chilenos, lo de la ropa, creo que tiene que ver con nuestra geografía.
¿Qué te motivó a ingresar al mundo de la moda?
-Fue en la medida en la que fui creciendo, la verdad es que fue como un golazo el haber estudiado esta carrera. Yo sabía que quería hacer algo con arte, manualidades, sociología que era por donde iban mis intereses, me metí a un técnico en vestuario porque sabía coser y era una carrera corta, aunque en el camino me enamoré de la moda. Entendí que la ropa tiene un lado muy profundo, que es a lo que yo me he enfocado un poco, la creación, el proceso creativo y qué significa el vestuario, en términos de comunicación, que es mi área fuerte, lo que me interesa: relacionado más a la psicología y sociología.
Cuando notas que los textiles son tan trascendentales para el individuo como para las tribus sociales, se abre la mirada, y ahí me enamoré.
¿Cómo llegaste al punto de definirte como marca?
-Ha sido muy orgánico mi camino desde que partí. Nunca planifiqué mucho a futuro, sino que viví más el proceso presente. Un punto que marca el antes y después de mi carrera fue la participación en el New York Fashion Week del 2015, una invitación que recibí y que me pareció “wow”. Ahí entendí que era una marca, lo que no había pensado mucho antes, sólo le puse mi nombre. En un momento empieza todo a tener peso y recibí esta invitación importantísima y que marca un hito en la industria nacional, pues nunca había ido otra chilena. Comencé entonces a trabajar más mi concepto, pero antes de eso no le daba muchas vueltas.
¿Cómo se sintió ese momento, aquella invitación y participar en pasarelas internacionales tan importantes como ésta?
-Fue muy increíble, pues en otras pasarelas he participado solo de forma virtual por la pandemia, lo que es súper diferente. Fue una locura en verdad, yo era muy nueva, no tenía miedo en lo que estaba mostrando pero todo fue puro aprendizaje, ver cómo se trabaja en ese contexto y tal. Armar una pasarela funciona similar en todas partes, pero allá los invitados son muy importantes, quienes hablarán de tu trabajo luego en los medios más leídos del mundo. Me siento muy orgullosa, fue muy bonito.
¿Qué buscas transmitir a través de tus piezas?
-Busco transmitir una elegancia local, por así decirlo. Una estampa que nace desde acá, que no es importada. Ese ha sido mi trabajo más importante siento yo, al que yo me dedico más, lograr una propuesta muy autoral que habla desde el territorio y eso se traduce en ocupar materiales que son de acá, una paleta de colores con la que me siento identificada y me hace sentido. Creo que hay muchas personas que han leído el mensaje y lo han interpretado y eso es lo que busco. Igual mi marca y trabajo es súper experimental, siento que aún estoy aprendiendo y en el camino, si bien creo que tengo un sello, creo que parte de eso también es estar cambiando y experimentando: esa es mi fórmula.
¿Haces otras cosas “creativas” en tu vida personal?
-Hago mucho collage análogo y partí en la pandemia, me encantó. Tiene mucho que ver con mis procesos mentales y me relaja. Hubo períodos en los que pinté, o he escrito, pero ahora eso.
¿Qué se viene para tu vida ahora?
-Hay un proyecto bien interesante que partió el año pasado, que se llama desierto circular, y que presenté a la municipalidad de Alto Hospicio para capacitar mujeres en técnicas de costura para reciclaje textil, esto a raíz de la crisis que viven con el vertedero, que es el segundo más grande del mundo. Eso resultó en dos habitáculos gigantescos que montamos en el Centro Cultural de Alto Hospicio, y estamos ahora haciendo merchandising para empresas con textiles reciclados y eso lo llevamos hace un tiempo, por lo que se está consolidando.
¿Hay marcas de la Región que puedas recomendar?–Eme de Marías, del Cerro Alegre. También Matriarca, quienes trabajan accesorios de cuero. Casa Kiro de joyas es muy buena además. Esas tres las recuerdo actualmente y son súper buenos exponentes dentro de muchos más.