Nickolás González es Comunicador Audiovisual de profesión, tatuador y muralista. Hoy lleva adelante Estudio Disrup en El Quisco. Su trayectoria está marcada por su pasión, que lo llevó a aprender y explorar diversas formas de arte gráfico y callejero desde su curiosidad.

“Me gusta ser reconocido como un artista autodidacta, ya que aprendí bajo mis propios parámetros y posibilidades. Me declaro un amante del arte gráfico en cualquiera de sus expresiones: serigrafía, tatuaje, la comunicación a través de imágenes y la estética. Me gusta crear desde ahí”, afirma Nickolas.

Cuéntanos de ti: haces tatuajes y murales, entre otras variantes del arte callejero. ¿Cómo fuiste desarrollando esas inquietudes y desarrollando esos oficios?

Me llamo Nickolás González, mi pseudónimo como artista o grafitero es N-I-C-K-O (Eneicekao). Mi impulso creativo con respecto al arte gráfico lo tengo desde siempre, de chico. Yo era el compañero del curso que dibujaba todo el día; eso me llevó todo el tiempo a estar haciendo cosas, participando de concursos escolares y actividades.

¿Y eso, alguien te lo enseñó o solo se fue dando?
– Recuerdo que mi viejo siempre llegaba con lápices, nada profesional, sino cosas que compraba en la feria. Sabía que me gustaba dibujar y me daba herramientas.

Así fui nutriendo mi imaginario. En la adolescencia, me cambié de casa frente a una plaza donde se juntaban unos grafiteros, a través de quienes conocí al graffiti, y me empecé a meter en ese mundo, del tag, de las letras, de diseñar, siempre con un mensaje. Después de eso, se expandió mi mente al saber que podía pintar en un muro, a gran escala. Y ahí solo me fui perfeccionando.

Eventualmente, me vine a vivir a Valparaíso y aquí caí en una casa con gente que dibujaba y pintaba, la Casa Naranja en el Cerro Alegre, donde incluso alcancé a vivir un breve tiempo con Horacio Silva de Valparaíso en Colores. Me crucé con varios muralistas como Daniel Marceli, a quien podía observar cómo trabajaba y tuve la suerte de que me enseñaran algunas cositas.

¿Cuáles son tus intereses? ¿Qué es lo que te gusta hacer y transmitir?
– De niño era bien cabeza de libro, leía todo el rato, con mayor interés por la historia y la antropología, la sociología, lo que me permite comprender más nuestra idiosincrasia, entender qué somos como somos hoy, y las decisiones que hemos tomado como sociedad. Eso intento plasmarlo en las cosas que hago. No siempre con éxito, siento que es complicado tratar de sostener un trasfondo tan grande en una obra.

¿Cómo encontraste tu propio estilo? ¿Cómo fue dar con el tono que te hacía sentir cómodo?
– Siento que, si bien tengo un sello, solo me entrego al proceso y en él me doy cuenta de que quizás repito patrones por la técnica que he desarrollado. Pero en cuanto al estilo en sí, no sé, al final del proceso lo encuentro y me gusta explorar por diferentes lados mi capacidad creativa, que al principio yo pensaba que era solo en el dibujo, pero descubrí que ser creativo va conmigo en diferentes formas.

Te conocimos por tu interés en la Economía Creativa y la articulación local. Cuéntanos qué te impulsa actualmente a estar en esa vereda.
– Siempre he trabajado en colectivo, primero participando en La Bicicleta Producciones, que agarró su vuelo y ahí me metí en este mundo de la gestión cultural. En ese momento encontré diferentes colectivos acá en Valpo y conocí gente. Cuando me fui, creé un colectivo con un par de amigos, Casa 1312, con la intención de hacer intervenciones urbanas.

Siempre tuve el interés de asociarme y, por otra parte, me inquietaba la idea de que el arte, o la práctica artística y cultural, es muy poco valorada. Me gustaría aportar a cambiar esa situación desde lo colaborativo. Estuve un año buscando equipo con una visión similar acá en El Quisco y así surgió Estudio Disrup, colectivo que se dedica a las intervenciones artísticas, ya sea desde el muralismo o la instalación. También hay un trabajo de protección ambiental con talleres de educación agroecológica.

En esa línea, abrimos el estudio de serigrafía, que es nuestra fuente de ingresos, y responde a la inquietud de generar empleos para el sector creativo. Estamos buscando crecer, con proyectos culturales, artísticos, agro ecológicos y medioambientales. Con la serigrafía hacemos diseños originales, pedidos mayoristas y talleres, lo que nos permite tener un flujo de dinero.

En paralelo a Disrupt haces tatuajes, ¿le dedicas mucho tiempo?
– El tatuaje es lo más fijo que tengo, pero a veces surgen oportunidades de muralismo que tomo sin dudar, mis trabajos individuales, por así decirlo.

Y cambiando de tema, ¿qué te llevó a vivir al Quisco, donde estás desde el 2018?
– Fue más una decisión de irme de Santiago precisamente por el ritmo. Dentro de esa reflexión elegí El Quisco ya que siempre tuve una conexión, pues mi abuelo tenía una casa ahí dónde iba cuando era chico.

Volví a Chile de mochilear el 2018 y quería establecerme. Fue entonces que vi que la casa de mi abuelo estaba muy tirada, y hablé con una tía, que era la dueña de la propiedad, para hacer un acuerdo. Y me quedé en El Quisco. 

¿Cómo describes, en tu experiencia, ser un trabajador de la cultura y de las artes? ¿Qué le contarías a quienes no vienen de este mundo?
– Creo que hay que ser bien cabeza dura. Hay mucha gente que hace arte y trabaja en otra cosa, no lo eligen como su sustento. Para trabajar en esto hay que ser tolerante a la frustración, aceptar el rechazo. Tienes que golpear mil puertas antes de que alguien te diga que sí.

Siento que aprendí a encontrar valor en la práctica del muralismo principalmente, además de comunicar cosas a través del arte. Me pasó haciendo murales en poblaciones, donde tuve la oportunidad de saber que, por ejemplo, hay gente a quien enseñé algo hace quince años y que hoy día vive de eso. Eso es impagable, eso da fortaleza para seguir aún en momentos oscuros.

¿Qué me podrías decir de los creativos y creativas en El Quisco?
– En El Quisco hay mucho talento, algunos reconocidos nacional e internacionalmente, del cine, de la danza, el teatro, pero hay muchas diferencias entre estos actores. Todo se divide entre las vacas sagradas y la masa creativa que no sabe qué hacer, cómo canalizar o darle valor tangible a sus prácticas.

El Quisco se mueve por temporadas, muy dependiente del turismo, lo que toma un ritmo estacional. Ahora, con la pandemia, hubo una migración importante de gente a vivir acá y eso sí produjo un cierto ímpetu de canalizar la energía en acciones. Disrupt también tiene ese espíritu de hacer asambleas, unir este movimiento, congregando a la comunidad creativa en los eventos que hacemos.

Hablando de arte urbano, que es lo que haces, ¿qué desafíos hay en ese subsector?
– Creo que el desafío principal tiene que ver con el arte urbano asociado a la intervención del espacio público, por ejemplo, mediante dispositivos o instalaciones que vayan más allá del mural, sino que también dialoguen con el espacio público. En mi concepción de lo que es el arte urbano y de lo que entrega, creo que tiene el potencial de posicionarse en la vía pública para abrir la mente,y creo que ahí está el desafío, ver más propuestas innovadoras.

Encuentra y sigue el trabajo de Nicolás en su Instagram: @eneicekao 

No olvides también seguir a su iniciativa colaborativa, Estudio Disrupt.