El Festival Internacional de Cine Recobrado no solo preserva joyas del cine mundial, sino que también juega un rol esencial en la construcción de la identidad cultural. Este Festival se dedica a la exhibición de películas en formato fílmico, es decir, en cinta o la digitalización de este soporte, por eso su nombre: se trata de rescatar archivos, curarlos, montarlos y proyectarlos en 16 o 35 milímetros, utilizando la pantalla grande.
Todos los años presentan un simposio temático con expertos – que este año fue dedicado al sueco Ingmar Bergman – y funciones en Valparaíso donde repasan títulos clásicos, curiosidades, y también cine mudo musicalizado.
Entrevistamos a Jaime Córdova, Director de la instancia, para comprender el aporte que a través del rescate y difusión se hace a la comunidad en términos de identidad y conservación patrimonial.
Jaime, acaba de finalizar una semana de funciones del 28º Festival Internacional de Cine Recobrado, cerca de cumplir 30 años, ¿qué podrías destacar de lo vivido en estos días?
– JC: Esta versión nos dio muchas sorpresas. Primero, el hallazgo de una película perdida de importancia histórica para el cine, llamada “La gota escarlata” del maestro John Ford, cuya única copia casi completa la encontramos en Chile y se estrenó en la inauguración con la música en vivo de una partitura original a cargo de Carla Díaz. También tuvimos el cierre con la película “Avaricia” de Erich von Stroheim de 1924, que cumple 100 años, también se mostró con música en vivo de Andrés Barros y que fué ejecutada por la Orquesta de Cámara de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Sin duda fue un momento extraordinario, con la sala llena y una ejecución muy profesional, mostrándonos que este evento es bien único. Hay que venir al Festival de Cine Recobrado para encontrarse con estas joyas fílmicas y en este contexto de proyección.
¿Cómo se vivió esta versión?
– JC: Toda la semana tuvimos una buena asistencia, tanto en los simposios como en las diversas funciones que teníamos en el Teatro Municipal, lo que me llena de alegría. Además tengo que destacar el trabajo extraordinario del equipo del Festival y el grupo de voluntarios y voluntarias que participó en las diversas tareas. Y saben la valiosa experiencia que es y comprenden que ellos también son parte de un evento histórico.
¿Y cuál es la mayor cualidad del Festival Internacional de Cine Recobrado de Valparaíso?
– JC: Lo dijimos en la inauguración: hay muchos festivales de cine en Chile. A todos los respeto, los admiro y les tengo aprecio, pero este en particular es un festival que hace historia. Yo creo que ese es el sello, que es único en Latinoamérica por el rescate del patrimonio y la memoria fílmica, en su soporte fílmico-cinematográfico.
Y con respecto a esto ¿cómo podrías describir la importancia del archivo, en este caso fílmico, para la construcción de identidad a través de la memoria y la historia?
– JC: Creo que las películas hay que conservarlas, cuidarlas, verlas, contextualizarlas, porque son parte de un patrimonio. La palabra patrimonio deriva del latín patrimonium, que significa “lo que se hereda del padre”, o sea, lo que nosotros estamos heredando de generaciones anteriores. Por tanto, nuestra historia se reconstruye con estas películas.
Son parte de nuestra identidad cultural nacional e internacional. Si no logramos comprender eso, si las vemos simplemente como un puñado de películas viejas y no en su contexto no habremos entendido nada. Te recuerdo que hay un 75% del cine mudo americano que está perdido y hay un 85% del cine mudo mundial perdido. Entonces, hay que salir a buscar, a encontrarlas, para rellenar esos vacíos de las películas extraviadas que arman un mosaico fragmentado que compone nuestra cultura e identidad.
Sobre el componente musical ya integrado al Festival, ¿cómo transmites la relación entre la música en vivo y el cine?
– JC: La música en vivo le otorga un valor agregado incalculable. No es lo mismo tener una orquesta en una sala común con una pantalla, que vivir esa experiencia en un espacio como el Teatro Municipal de Valparaíso, con su arquitectura y su historia, lo que añade una sensación casi fantasmagórica de estar viajando en el tiempo. Musicalizar películas nuevas lo vemos en otros festivales, como el Festival de Cine Silente en San Francisco o el de Cine Mudo de Pordenone en Italia, pero en Chile, este es el único festival que lo hace.
Para el festival también es importante resignificar el Teatro Municipal; un espacio que a veces parece no estar tan ocupado.
– JC: Exactamente. El festival no solo ocurre en el Teatro Municipal, sino que lo resignifica. Este teatro fue construido hace 93 años para proyectar cine, y con el festival le devolvemos ese propósito, en una ciudad que muchas veces parece estar abandonada culturalmente. Aquí no hablamos de una cultura proselitista o elitista, sino de una verdadera cultura que educa y eleva. Además, el público del festival es muy transversal, desde las infancias hasta los adultos mayores, lo cual demuestra que este evento es para todos, no para un sector en particular.
Me parece muy interesante, sobre todo porque a veces se percibe que eventos como este son elitistas. ¿Cómo invitarías a la gente a romper esa barrera y acercarse al tipo de cine que se proyecta en el festival?
– JC: El término “elitismo” muchas veces surge del miedo a lo desconocido. La gente teme salir de su zona de confort, pero cuando lo hacen, se dan cuenta de que les gusta, que es accesible y que les aporta algo muy valioso. Este festival no presenta películas “difíciles” o “complicadas”, sino películas que abren nuevos horizontes y permiten que el espectador reflexione sobre su propia vida. Es más, lejos de ser un evento elitista, este festival es un espacio de sanación y reflexión, donde uno puede verse reflejado en las historias que se proyectan.
Finalmente, quería preguntarte sobre la experiencia que tienen los jóvenes, como voluntarios del festival o de tus alumnos. Para muchos de ellos, ver cine en formato fílmico es algo completamente nuevo. ¿Cómo has visto su reacción?
– JC: Se maravillan. Al ver una película en este formato; por ejemplo, algunos estudiantes me dijeron que recién ahora comprenden realmente que es el estilo “Fordiano” o “Bergmaniano”. Ver estas películas en pantalla grande, con la magnitud de la imagen, es una experiencia totalmente distinta a la de un celular o una computadora. Ahí la imagen adquiere una intención vinculante entre la historia, lo que se dice, lo que se muestra, y el espectador que está sentado con un único punto luminoso que concentra su atención, la pantalla. Esas son las condiciones ideales para ver cine Y eso es lo que les ofrece el Festival de Cine Recobrado