María Aparicio es directora de cine y docente de la disciplina. Esta semana se encuentra en Chile debido al estreno de su última película, Las cosas indefinidas, último estreno de Red de Salas de Cine que la lleva por diversas ciudades del país.

En el filme, María – quien es de Córdoba, donde reside y trabaja – aborda el ejercicio del montaje cinematográfico enfocándose en la relación con los archivos, imágenes y sonidos, y cómo esto se conecta con un duelo o la ausencia que nos genera la pérdida de una persona.

Conversamos con María en torno a esta temática y otras en la siguiente entrevista:

Quisiera saber cómo es que llegas a la convocatoria de Red de Salas de Cine en Chile, ¿cómo fue ese proceso?

– Yo ya sabía de la existencia de Red de Salas por otros amigos y colegas que habían ya participado años anteriores. Justo los días en los que estaba ocurriendo la convocatoria, un amigo chileno, que vive en Buenos Aires, me escribió y me dijo «Mirá, Maru, está esta convocatoria, mandá Las cosas indefinidas». Así que fue gracias a él, a Miguel. Y bueno, recibimos la grata noticia de que habían elegido la película para formar parte de este estreno en Red.

En tu experiencia también con tus otras películas, ¿cómo es este camino de buscar la distribución tanto en tu país como en otros a nivel latinoamericano? 

– La verdad que es siempre un asunto difícil el de la distribución y la exhibición, porque en general hacer las películas es muy costoso, implica mucho trabajo y mucho dinero también, dependiendo un poco en función de qué película estemos hablando. Cuando pensamos en las dificultades de una película siempre están los costos del rodaje, la dificultad de llevar adelante ese proyecto y demás. 

Una vez que la película está lista, la exhibición y la distribución también implica un costo y un trabajo muy grande, ¿cuál es el problema? Que para las películas independientes o más pequeñas o de una producción, llegar a la etapa de la exhibición sin la posibilidad de armar una estrategia específica es un gran problema. Incluso si pensamos en todos los fondos que existen para apoyo para filmar, siempre son justamente eso, dinero que se destina para poder cubrir los costos del rodaje. Hay muy pocas convocatorias como las que existen a través de la Red de Salas de Chile, para pensar la distribución o para que una película pueda tener apoyo en la distribución. 

Hay siempre un punto ciego en el recorrido de las películas y lo que pasa es que nuestras películas terminan dependiendo del camino que puedan hacer a través de festivales, ya que poder participar en festivales le puede dar cierta visibilidad a la película y permite que la película se acerque a públicos de otro modo sería difícil. Eso tiene sus propias problemáticas a la vez.

En nuestro caso siempre tuvimos la suerte de que las películas se pudieron ver en festivales de latitudes así muy amplias y muy variadas. Eso nos permitió una mayor visibilidad a las películas. Siempre está esa contradicción y dificultad en los procesos de distribución. 

¿Tú logras tener tiempo para ir al cine, por ejemplo? 

– Sí, también vivo en una ciudad que es particular y que está muy atravesada por la vivencia del cine. Sin ir más lejos, vivo a la vuelta de un cine club, que es una sala de cine que es muy importante para Córdoba, que es el Cine Club Municipal Hugo del Carril. Es una sala muy fundamental, no solamente para la comunidad cinematográfica, sino también para el público en general. De alguna manera, contradice todo lo que fácilmente uno hoy podría pensar del cine, de que cada vez va menos gente al cine, lo que me permite pensar que el cine como tal tiene mucha vida detrás. 

Es una sala de cine grande, con cuatro funciones diarias, donde la programación se mezcla entre estrenos y ciclos. También formo parte del Cine Club La Quimera, que funciona acá en Córdoba, una salita mucho más pequeña y que tiene una función semanal, ahí programamos con un grupo de gente, entonces hay una vivencia del cine que excede solamente la intención de hacer películas, por lo que ir al cine te diría que forma parte de mi vida cotidiana.

Dentro de esta lógica tan veloz y a veces comercial de las cosas, ¿cómo hablar de lo cotidiano, cómo poner atención a lo sensible? 

– Me parece que es una de las cuestiones esenciales de este tiempo y también del por qué hacer películas, al menos para mí. Incluso si pensamos en cómo circulan hoy los contenidos audiovisuales, que un poco es ese término que se utiliza ahora, hoy todo el mundo, todo el tiempo está en contacto con imágenes y con vídeos y archivos. De alguna manera nuestros teléfonos son como un pequeño archivo que llevamos a todos lados y filmamos y hacemos fotografías. Hay algo de eso que para mí que es muy difícil, de pensar al cine de una manera encapsulada, que no tiene ningún tipo de relación con ese contexto. 

El tema es pensar, ¿cuál es el lugar del cine en ese contexto? ¿Por qué hacer una película? ¿Por qué pensar que alguien va a querer ir a una sala o ver en su casa una película de una hora y media o dos horas o menos, o lo que dure? A mí la experiencia me dice que hay mucha gente que todavía desea y cree en ese vínculo o en eso que el cine puede llegar a darnos. 

Si pensamos en la historia del cine, es una manera de trazar ese vínculo entre nosotros y el mundo, entre nuestras propias narrativas. El cine tiene esa posibilidad y para mí sigue teniendo mucho sentido hacer películas y pienso en el cine como una cosa extraña. Las películas son una manera de establecer un diálogo o un cuestionamiento. Creo que las películas cumplen esa tarea de expandir nuestra existencia, el arte siempre nos permitió poner en cuestión esos límites y eso que nos hace como seres humanos.

Quería saber también cuál perspectiva del duelo que logran abordar en Las cosas indefinidas

– En la película, la protagonista, Eva, se encuentra atravesando un duelo por la muerte de un amigo cercano. Hay algo de esa ausencia que también guarda relación con el trabajo de Eva, una mujer que se dedica a editar películas. Entonces todo el tiempo está trabajando con imágenes, con archivos, con sonidos. 

La película intenta retratar de su trabajo, que es un oficio, que de alguna manera está todo el tiempo preguntándole cosas a las imágenes y a los sonidos, tratando de pensar en la relación entre una imagen y otra, y en el sentido que se genera a partir de ordenar esos planos y esos sonidos de determinada manera. Bien, es como la edición cinematográfica, el montaje. 

Eva conserva un disco duro que tiene archivos que eran de su amigo, un dispositivo que almacena archivos. Surge la pregunta de cómo los archivos y las imágenes existen como un vestigio de la vida de alguien, lo que tiene una relación con la memoria y con la historia personal y también  la historia que nos abarca a todos. Eva va sosteniendo ese disco duro de su amigo con esos materiales y revisitándolos, generando una resonancia con el pasado.

A la vez, misteriosamente algo de eso que a ella le pasa con esos archivos resuenan en la película en la que ella está trabajando. Es un tema muy amplio y al mismo tiempo contradictoriamente es algo casi común a todos, porque de alguna forma, vivimos la pérdida de alguien cercano, o una ausencia y así.

Las cosas indefinidas tendrá su estreno en Valparaíso el viernes 30 de agosto – Insomnia Teatro Condell en Valparaíso.