Javier Ibacache es actualmente el Director de programación del Centro Cultural CEINA, presidente del Directorio del Centro Cultural La Moneda, docente universitario, además de fundador de la Red Latinoamericana de Desarrollo de Públicos. Su experiencia le ha brindado un conocimiento en la gestión de públicos y audiencias, área en la que se ha especializado.
En conversación abordamos la importancia de los públicos y audiencias en el mundo cultural ¿Qué significan estos conceptos? ¿Cómo podemos entender mejor a las audiencias y, lo más importante, cómo conectarnos de manera efectiva con ellas? Sobre esto y más hablamos en la siguiente entrevista:
- ¿Cómo describirías la importancia de desarrollar planes en torno a las audiencias?
El desarrollo de planes orientados a las audiencias es crucial para el campo cultural y creativo. En Chile, esta conversación ha cobrado mayor relevancia en los últimos años, especialmente al considerar los derechos culturales, que van más allá de la simple participación o el acceso a la oferta artística. La implementación de planes de desarrollo o gestión de públicos en las organizaciones culturales refleja una preocupación genuina por la participación activa de las personas, convirtiendo esa preocupación en una metodología concreta y estructurada. Esto no solo asegura que las audiencias sean tomadas en cuenta, sino que también fomenta un vínculo más sólido y significativo entre las personas y la cultura.
. ¿cuál es el nivel de predominio de estos planes y estrategias?
Hoy en día, estos planes y estrategias de vinculación con los públicos están ganando terreno, y las políticas culturales del sector público, a través de diversos programas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (MINCAP), han jugado un papel importante en esta evolución. Muchas organizaciones culturales han incorporado una estrategia permanente de vinculación con sus audiencias, entendiendo que esto requiere una planificación cuidadosa.
Hay personas que trabajan más un enfoque comunitario o uno más cercano a la mediación artística, en fin, los matices están dados por las características particulares del contexto y de los propósitos que tienen las organizaciones. Es muy diferente lo que persigue Balmaceda Arte Joven, con su enfoque en la formación de jóvenes artistas, en comparación con un espacio como el Teatro Municipal, que ofrece una programación artística más constante y más convencional. Sin embargo, en ambos casos, hay un interés común en reflexionar sobre quiénes son las audiencias y para quiénes se realiza el trabajo cultural. Esta pregunta ha cobrado una nueva dimensión desde fines del siglo XX, transformando la forma en que entendemos y nos relacionamos con los públicos.
- En ese mismo sentido, tanto en el trabajo de planificación que tú realizaste y lo que has observado, ¿se han podido implementar planes, de qué manera y qué desafíos quedan en ese sentido?
Mi experiencia en este ámbito proviene, en primer lugar, de mi trabajo práctico. Comencé con el proyecto “Escuela de Espectadores”, donde trabajé con artes escénicas durante varios años. Luego, en el Centro Cultural Gabriela Mistral, dirigí el área de Programación y Audiencias, y posteriormente, en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, donde tuve la oportunidad liderar la formación de la Unidad de Desarrollo de Públicos. Allí, desarrollamos una metodología y promovimos que las organizaciones culturales integrarán un enfoque centrado en los públicos, lo que se tradujo en la creación de planes específicos
Hoy en día, estoy involucrado en dos instituciones donde el tema de de los públicos y las comunidades está cobrando una importancia creciente. He notado que cada vez hay más profesionales interesados en este campo, muchos de los cuales se han formado en programas académicos, seminarios y encuentros. Además, las organizaciones han ido acumulando experiencia, lo que ha hecho que la conversación sobre audiencias sea mucho más rica y basada en evidencia en comparación con hace 20 años.
A pesar de los avances, aún quedan desafíos por delante. Implementar estos planes de manera efectiva requiere no solo de una comprensión profunda de las audiencias, sino también de un compromiso continuo por parte de las organizaciones para adaptar y evolucionar sus estrategias. La instalación de una metodología clara son pasos positivos y es fundamental seguir investigando para enfrentar los cambios de dinámicas culturales y sociales.
- ¿Cómo se maneja la vinculación con las audiencias digitales? ¿Qué es lo que has podido observar en los últimos años?
Lo primero que creo que hay que diferenciar, es que cuando hablamos de desarrollo de públicos, estamos sobre todo apelando a las experiencias que son significativas para las personas, pero con el acento puesto en lo presencial. Ahí está la diferencia entre el concepto de público y de audiencia. Es muy distinto el vínculo con los contenidos y con la participación que ofrecen las artes presenciales respecto a la vinculación digital con un contenido.
Diría que después de la pandemia han aparecido públicos con nuevas prácticas culturales. Creo que el público de la post- pandemia es más volátil, no tan predecible en su conducta, busca certezas en la oferta en las propuestas que van a vivir. Luego también ya hay una diferencia marcada después de la pandemia, entre quien busca contenidos más reconocibles, frente a quien busca experiencias nuevas.
En relación a las audiencias digitales creo que se han articulado nuevas prácticas. Algo que me llama poderosamente la atención es cómo las redes sociales, particularmente Instagram y los canales de YouTube, han fortalecido la idea de un espectador que se mira a sí mismo permanentemente: se documenta, registra lo que está viendo y le interesa compartir estas experiencias, muchas veces artísticas o sensitivas. Nos dice que el espectador se ha convertido en un paradigma en sí mismo, desplazando al contenido.
Los nuevos sistemas, la inteligencia artificial, viene a radicalizar todo eso. Hoy basta con un prompt, con una indicación, para que el espectador se convierta en creador. Esta posibilidad altera el lugar que ocupa esa audiencia digital, un nuevo paradigma que no está siendo dimensionado por el sector creativo. Hoy el espectador es el protagonista.
Aún nos falta entender cómo esto desafía a pensar: cómo se co-crean obras, cómo se co-programan espacios y co-difunden contenidos. Estamos frente a una figura de audiencia digital más demandante en términos de interacción.
Es importante pensar que no estamos hablando de audiencias diferentes. Quienes van al teatro o museos, son audiencias digitales también. Lo que tendríamos que preguntarnos es si podemos sostener muchos de los paradigmas en los que se asienta el sector creativo, ya que se está transformando de manera radical la experiencia de los públicos.
- ¿Qué piensas en cuanto a los públicos y el trabajo de este vínculo en la Región de Valparaíso? ¿Hay casos que puedas destacar de alguna comuna de la región?
En la Región de Valparaíso hay cuatro casos destacados que he conocido: el Centro Cultural de Quillota, el Centro Cultural de San Antonio, el proyecto de Festival Ojo de Pescado y la Sala Insomnia del Teatro Condell. Son cuatro casos de sectores y formatos distintos, que dan cuenta de un interés por preguntarse, trabajar o articular estrategias enfocadas en los públicos.
En el caso de los dos centros culturales, me atrevería a decir que son espacios cuyo foco en los públicos se ha traducido en programas y ofertas en el tiempo, algunos proyectándose más allá y haciéndose cargo de la diversidad. Conocí su trabajo y pude ver que estaban pensando en los públicos durante la pandemia, pero también después, generando planes que en – el caso de San Antonio – han podido desarrollarse en el tiempo.
El festival Ojo de Pescado, es una iniciativa reconocida en el tiempo y que pone el foco en nuevas audiencias (infancias), haciendo un trabajo pionero. Tiene una coherencia en cuanto al tipo de programa e iniciativas que impulsan y ofrecen. Creo que han ido madurando sus estrategias de mediación, abriéndose a nuevas formas y eso les da un carácter particular.
El caso de la sala de cine Insomnia, me parece que en lo audiovisual es muy relevante, ya que materializa un proyecto colectivo. Lo interesante es cómo va de la mano con una estrategia de programación estable con una definición clara de los tipos de públicos a los que quieren llegar y cómo se integran estrategias de diversificación a través de la programación. Por otra parte, sus estrategias de mediación para formar públicos incorporan la fidelización y eso le da el sello a todo el quehacer de una organización, que además ha persistido en el tiempo.
- ¿Cómo defines y ves hoy la participación de los públicos?
Se suele abusar del término “participación” en el ámbito cultural. Tradicionalmente, se entendía como la simple asistencia a eventos: ir, estar y ver ya era considerado participar. Sin embargo, este concepto ha sido cuestionado desde la academia, donde se argumenta que existen diferentes grados de participación. La verdadera participación implica la capacidad de las personas para influir o interactuar activamente con los contenidos o experiencias culturales que les convocan. Así, hay una participación más comprometida, que depende del capital cultural de las personas, y una participación más pasiva o secundaria, que ocurre cuando la interacción es más superficial o de proximidad.
Me atrevería a decir que tendemos a asociar la participación a un mayor compromiso, que es un interés o una conducta. Si lo consideramos así, podemos hacer una gran diferenciación según tipos de participación.
Los indicadores de espacios culturales, nos venían alertando que había una baja en la asistencia, en beneficio de los contenidos digitales de consumo individual. Eso se radicalizó con la pandemia. Hoy hay un efecto de búsqueda de la experiencia compartida, de presencialidad, pero no sabemos si eso se consolidará en el tiempo. Tengo la impresión de que este año 2024 nos muestra qué es lo que decanta, lo que queda y lo que se consolidará.
- ¿De qué manera otros organismos públicos del sector creativo pueden trabajar en pos de una mayor vinculación y representatividad de las audiencias?
Creo que entidades que trabajan en políticas culturales, están llamadas a hacerse cargo para generar un entorno favorable donde se articulen y consoliden estrategias de desarrollo y gestión de públicos. Esto significa preguntarnos por las organizaciones que están en el territorio y en nuestro contexto regional para ver cómo incentivar esa participación a través de instancias transversales. Creo que los proyectos a gran escala, los interinstitucionales, pueden tener la capacidad de movilizar y trabajar con los públicos de una manera colaborativa, lo que genera un entorno de vinculación que necesitamos más que nunca.
Cuando el sector cultural se ve amenazado y con cierta sensación de inseguridad, los programas transversales pueden ser un buen contrapeso. Significa ampliar y generar circuitos, colaboraciones, experiencias que trascienden a un solo foco, lo que termina siendo una gran oportunidad.